lunes, 24 de octubre de 2011

El comienzo del otoño.

El ambiente está cargado de tensión. No es una tensión que se acumule, por el contrario se desprende y descarga continuamente. Nos miramos los unos a los otros y nos sabemos mirados, nos escuchamos e intentamos entendernos sin mucho esfuerzo. Cuando no resulta, no resulta, y no hay problema. Veo la energía saltar en forma de chisporroteos cada vez que chocamos suavemente, con los marcos de las puerta, las mesas y las sillas. Sale volando la comida y es devuelta siempre al plato del que procedía, no hay perdida. No se acumula tensión. La hay, pero está en constante liberación, tenemos mucha, mucha, mucha. Nos violamos, con la mirada, cuando el otro está de espaldas, con palabras, escritas en la pared, nos manifestamos, no tenemos vergüenza, no hay tensión, se desprende sin parar.
Las cosas están bien, el otoño ha llegado de golpe, el cielo se ha encapotado, todo es gris y llueve, llueve sin parar. Es lo mejor que podía pasar, el cambio ya estaba tardando en manifestarse, estamos en la última semana de octubre. Ahora llevo mi jersey rojo casi granate, que me hizo mi madre a mano, de lana gorda. Es acolchado, se estira, se amolda a mi forma. Me quiere la lana y yo ronroneo dentro de ella.
Ando en una constante futurización de mi vida, me cuesta asimilar el pasado más reciente, conforme sucede se me olvida, de nuevo miro adelante y así no aprendo. De nuevo choco contra lo que ayer choqué. Repito los patrones por no ser capaz de parar a reflexionar. Pero no hay pérdida, no hay miedo, ya esta todo pactado con el diablo. Solo falta creencia, el pacto ha sido telepático y nunca he tenido al diablo frente a mi, nunca nos hemos mirado cara a cara. Aun así, sé que está ahí, solo que aun lo obvio.


Hemos comido como cabrones. El tiempo se ha parado, ahora es imposible pensar, no hay nada que pensar... el estomago está trabajando. El ritmo sigue sonando en mis oidos, Brasil, tierra húmeda. ¡Quien fuera a allí! Me olvidaría de todo. Eso si que sería parar el tiempo. Hoy, parece que estamos en Brasil. Todos adormilados.


 
Ahora ya no me reconozco. No sé hace cuanto entré en esta habitación, me siento aquí encerrado y a la vez no quiero salir. No paro de comer y de fumar, acumulo tensión en mi sesera. Estoy apático, necesito actividad pero no la provoco, espero a que el ambiente me azote. Espero a que llegue de nuevo la tormenta, mientras tanto, aquí agazapado mato el tiempo, espero. Espero verte pronto. Tengo la insaciable necesidad de verte y tocarte y sé, en el fondo asumo, que no te voy a ver. Y te asumo lejos, inalcanzable en la distancia. Y también tengo miedo de cansarme de esperar, temo liberar la tensión, por no ser capaz de soportarla. Estoy embotado, con los ojos hinchados de mirar la pantalla de mi ordenador, de leer y leer páginas del libro que tengo entre manos. Harto de estar sentado, plegado, en mil posturas diferentes, harto de toser, quedarme frío, adormecerme a cualquier hora, esperando, esperando. ¿Qué es lo que estoy esperando? Recuerdo, de nuevo choco contra el suelo. De nuevo, no me queda más remedio que ser humilde, ser sincero conmigo mismo. Te fuiste, y me llevaste contigo, y aquí solo queda mi cuerpo anhelante. Me llevaste como lleva el caracol su casa a cuestas. Y yo soy solo la baba que se quedó pegada en las aceras de la gran ciudad ruidosa y dormida. Te recuerdo y con ello me disipo, dejo de ser, me siento calentito dentro de tu cabeza, soy más en tu cabeza, como recuerdo, como anhelo, como necesidad, como amor, cariño y pasión. Que aquí en mi presente, anonadado, inexpresivo, acobardado, incapaz de mover mi cuerpo, de gestionar mi energía, de ejercer mi voluntad.
Incapaz de sacar nada de mí, me tanteo una y otra vez, inevitablemente. Busco cobijo entre las páginas de los libros que me apasionan, me escabullo de la realidad en palabras de otros, en palabras de muertos. Siguen pasando los coches, la gran hilera de coches y todo tipo de vehículos que suben por la avenida, desde el río, y más allá, y más allá aun. Abren y cierran los comercios. Antes o después, con el movimiento del viento me muevo yo. Me veo impulsado, no puedo estar aquí parado mucho más tiempo. Hay cosas que hacer, sé que hay cosas que hacer, pero me limito a verlas pasar. Y no pasa ni la mitad de lo que debería. Hay una nebulosa en mi cabeza. Necesito que salga el sol para poder pensar. Es como si me hubieran clavado un trozo de metal en mitad del cráneo, ocupa un espacio esencial para mi. No puedo pensar, olvido lo que me había propuesto hacer. Pierdo la noción del tiempo y sigo aquí, de nuevo y siempre aquí, aquí presente pero enajenado. Siempre presente y fuera de mi. Meditabundo, con dolor de cabeza, lloriqueando en soledad, incapaz de alzar la voz por encima de mis pensamientos. Callado, como un libro cerrado. Esquivo conversaciones, declaraciones, historietas, sentimientos, reyertas de todo tipo, bromas e insultos, y reconciliaciones. Estoy anulado. Lo que yo no haga no sucederá, y no sucede nada pues estoy aquí tronchado, infectado de una irrefrenable pasividad.
Mañana será otro día. Algo sucederá, todo, de nuevo empezará a girar, ¡Qué empieza ya! Y que me arrastre, necesito que el tiempo y el espacio se organicen de nuevo a mi favor, que me vapulen y me arrastren como al jinete herido atado de una pierna a su caballo desbocado.

viernes, 7 de octubre de 2011

the pretentious

Asumo la dificultad de que se me entienda, y sobre todo asumo que no me quieren entender. Asumo que las palabras me esclavizan, y aunque se dice que el viento se las lleva en ocasiones elevan o se graban a fuego, en algunas personas, como en la madera. Es entonces cuando pueden acusarte de aquellas intenciones de que demasiado claras dejaste. Y puede que hoy haya cambiado de opinión y no me convierte ello en un hipócrita. El que vive constantemente pendiente de su integridad tiene un problema, tiene la necesidad permanente de juzgarse, de querer moverse dentro del marco moral que él mismo, a través de los otros, se ha asignado. Es lo mismo decir que es un necio.
El mal es bueno, porque nos libera, nos enseña límites, tanto cuando nosotros los llevamos a cabo, como cuando lo sufrimos proveniente de los demás. De todo se aprende si no tienes el cerebro seco.
No siempre las cosas salen bien. Pero ahora sé, igual que antes ya sabía aunque con menos capacidad de creer, que todo es superable mientras mi sangre siga fluyendo dentro de mi. No es malo el mal, malo es el miedo al mal. El miedo, raíz, origen esquizofrénica de toda vida en común de los humanos, está, al menos en mi, destinado a morir. Sobre todo, a morir antes que yo. En consecuencia, voy a estar vivo sin miedo, y eso, a cualquiera, lo reconozca o no, le sonará a mito, a falsedad. Un imposible. Pero yo, no tengo límite, y estoy tan seguro de poder, que sé, que a pesar de ser mortal como cualquiera, no puedo morir. Y si muero, será solo para los demás, nunca para mi.
Estar aquí, en esta ciudad, capital del país en que he nacido me ha enseñado y me está enseñando cientos de cosas que voy asimilando con el tiempo. El año pasado pretenciosamente me aventuraba a escribir que ya no tenía casi nada que aprender. El año pasado, sufrí un cambio drástico en mi configuración interna, cósmica, y de un momento a otro, igual de limitada que infinita. Hoy, meses después, entiendo lo que entonces sencillamente vomitaba sin ser capaz de reflexionar. Lo que antes era una intuición, es ahora una evidencia.
No he contado nada aun, y puede que muera sin encontrar el reconocimiento de mis semejantes, lo que no me achanta, porque aprendí de algún que otro gigante, que no hay que escribir más que para uno mismo. Y en mi caso, como en tantos otros hijos de puta del calibre del mio, asumo que mis prójimos o están muertos, o no han nacido, o no nos podemos reconocer por altivos y vanidosos cuando nuestras auras coinciden en el mismo espacio.
Me dedico por ahora simplemente a lanzar palabras al aire. Siento como si aun estuviese limpiando el trastero de mi casa. Llevo acumulando cosas mucho tiempo, y no me pondré aquí a hablar de mi infancia, porque aun no soy lo suficientemente viejo para recordad esas cosas. Dicho de otro modo, en mi trastero, la infancia está representada por aquellos objetos que más polvo tienen, que se encuentran cubiertos por otros miles de cacharros inservibles que en mi están encerrados.
Quizá, conforme vaya sacando cosas, limpiándolas, abrillantándolas, vaya también recordando. Sobre todo no tengo prisa, no quisiera formularlo como suelo hacerlo a pie de calle, para dejar algún sabor a quien tenga la oportunidad de ver en directo. El caso es que sé que soy Sancho Panza, que voy montado en un bonito burro, tan suave y peludo como Platero, que observo las andanzas de las grandes mujeres que danzan a mi alrededor. Y sé que como hombre, solo me enorgullezco de mi cuerpo extraño, y que mi mente traspasa o quiero que así sea (para ser siempre sincero), los tópicos sociales que colocan a cada cual en un bando. Y en todo caso, si soy hombre, eso no me aleja del género opuesto, sino que me acerca, me completa, por eso desprecio a los hombres, porque la mayoría no solo no me completa, sino que quieren destruirme. Y las mujeres, me aman, me respetan, y me estimulan. Me escuchan e incluso, las más estrechas, tanto de piernas como de mente, me odian. Y sé, que el odio, es de los mayores piropos que aun pueden echarle, porque implica la atención más enérgica de otro sobre uno, lo cual empequeñece y ridiculiza al primero, y eleva y potencia al segundo.

domingo, 2 de octubre de 2011

La balsa varada

Estoy varado en el tiempo, en un balsa arrastrada por el oleaje. El sol me pega, y me tuesta, apenas llevo agua, estoy muy tranquilo. Unas aves me sobrevuelan, la costa ha de estar cerca, pero hace días que no la veo. Quizá esperan a que me muera esta jodidas gaviotas, para sacarme lo ojos como quien se come un caracol. No esperaré a comprobarlo, antes me como yo la balsa a bocados y me voy buceando. Hay un bar aquí abajo, en el fondo del mar poco profundo, al lado del coral. Ponen un batido de algas que resulta rejuvenecedor y dicen que dota al semen de una textura más elástica incluso eléctrica.

El caso es que yo me construí esta balsa para escapar de algo, pensando en salvarme, escapar de algo que me angustiaba y me impedía vivir como mi cuerpo me pedía, como me lo pedían los rayos del sol. Ahora ya no recuerdo bien, se han dispersado las ideas dentro de mi. Ya no distingo bien, asimilé demasiadas cosas, no pude controlar el desarrollo de los acontecimientos. No siempre hace uno las cosas bien, y a sabiendas de esto tampoco aprende uno todo lo que pudiera de las situaciones. Bajo la asunción de que volveremos a cagarla, esperamos a que suceda, nos acercamos a la montaña de caca nosotros mismos, para repasar su olor, forma, textura, volumen. Sé que me entendéis, incluso los que no me miráis. No podía estar por mas tiempo en ese lugar.

Llegados este punto no sé por donde seguir, algo me dice que debo tomar una decisión, y solo dejo que las cosas sucedan, tengo mi cuerpo utilizando las reservas de energía, mi pasividad es total. El sol sube y al rato vuelve a bajar. Yo apenas he cambiado mi posición, sigo aquí dejándome tostar por él. Sé que está en juego mi salud, pero igual que tú no me quieres escuchar y entender, yo no quiero hacerlo con ella. Soy un cabezón y estoy perdiendo demasiada energía, si continuo por aquí, verdaderamente llegaré al punto que quería evitar. Necesito agua fresca.

Lo que me ocurre realmente es que no me siento capaz de manejar a mi antojo la realidad, y esto después de haberme armado de valor para construir esta balsa y lanzarme. Me aplastan mi propios proyectos. Una vez contraídos los músculos mi mirada se vuelve incandescente, abrasadora; así me vuelvo una masa informe y ardiente. Si tú no me tocas no te quemaras, yo no puedo moverme por mi mismo, solo bajo el influjo de tus reacciones. Aquí estoy en mi balsa, las olas me zarandean y de cuando en cuando cambio de posición esquivando las salpicaduras frescas y saladas.

Me entra hambre, mi realidad es muy estrecha, muy limitada, se acaba demasiado pronto. No quiero que se acabe aquí, pensé... no lo pensé mucho, no muy a fondo, pero soñaba aun con hacer al menos algunas cosas más. No quiero acabar aquí mi partida. Seguro que en el fondo del mar hay un montones de doblones de oro, grandes monedas para echar otra partida, para ganarle el pulso de nuevo a la muerte.

En mi desesperación me he puesto a chuparme un dedo, se me ha pasado fugazmente la idea de morder a mi presa y arrancarla de cuajo, de mi propio cuerpo. ¡zum! Vuelve a pasar vertiginosamente, el sol empieza a moverse como un péndulo sobre mi cabeza, mi cerebro esta hecho papilla burbujeante, lava incandescente.

Y muerdo, grito como un cochino y escupo. Me he arrancado el anular, me he quedado muy delgado, tantos días en esta posición. El dedo era puro hueso, la verdad es que no me duele mucho, los rayos del sol cauterizan mi herida, debe estar el ambiente a unos ochenta grados. No recuerdo de que huía pero, no creo que fuese del calor, el que tengo yo ahora mismo es criminal. Si consigo sobrevivir a esta peripecia en la que me he metido, a mi vuelva a tierra, hablaré con las naciones, este calor es inaguantable, me indigna sufrir estos percances tan poco deshonrosos en mi odisea vital.

Siempre creo que avanzo, se forman espejismos nebulosos en el horizonte y creo ver que me acerco, sueño con acercarme, cambiar mi situación. Y siempre me alejo, solo puedo divisar, eso es lo más cerca que puedo estar de mis deseos. Puedo observarles como animales en el zoo, pero no puedo cumplirlos, no puedo irme a la selva dionisíaca con una jauría de animales salvajes a mis espaldas, todos en pelotas, votando lo genitales y las pechugas.

Ahora, acabo de despertarme, no se si esta subiendo el sol o bajando. Estoy varado... aun tengo esperanza, el mundo es muy pequeño, alguien pasará por aquí. Ahora recuerdo, he estado soñando mientras dormía. Tengo imágenes difusas en la cabeza, me vienen lágrimas a los ojos. Recuerdo, grandes peces espada saltando alrededor de mi balsa, haciendo una danza, un cortejo, aislándome de las corrientes marinas y conduciéndome a mejores lares, más aptos para la vida de alguien a quien prometieron tantos tesoros en la vida. Es larga la historia de cómo llegué a esta situación, y no es que no recuerde por qué estoy aquí, no quiero recordarlo, quemé la herida. Mi cerebro es como una pasta de leche y galletas reblandecidas, no puedo ir muy lejos con este cuerpo. Parezco el típico extraterrestre que uno espera que invada la tierra, y todos los días mirando al cielo, pidiendo que caigan naves espaciales. Así pasé yo la adolescencia, sino naves, al menos que llovieran sapos, me habría dado con un canto en los dientes, habría dado mis dos paletas por ver llover sapos... pero en aquellas tierras nunca llovió. Era un ambiente asfixiante ¿tanto como el de esta balsa? Como mínimo puedo decir que era diferente, tenías la seguridad de poder hidratarte, antes de que el sol cayese bajo el horizonte, yo llevo semana y media sin probar otro líquido de mi propio sudor y saliva.

La realidad está aquí, ante mí, siempre la misma. Debo poder modificarla, debo medir mi poder para controlar mi vida, mis decisiones tienen consecuencias, y motivaciones, he de hacer caso a lo que me dice mi intuición, he de poner en marcha mi cerebro, detener el hervor que lo consume.

Problemas del discurso

Tienen dos opciones, y ustedes me dirán si prefieren que les cuente lo que les cuento a todos, oigan lo que han venido a oír, lo que quieren oír, quedarse tan panchos e ir a comer cada uno a su casa y contarle a papá y a mamá lo que han aprendido hoy. O si prefieren que les diga la verdad y en consecuencia ustedes se cabreen conmigo, al igual que todos mis camaradas, cada uno con sus razones. Unos por no estar escuchando lo que habían venido a escuchar, y ha estos al final da igual lo que les digas, porque mañana se levantarán y guardarán al fin y al cabo un buen saborcillo del día de hoy, porque considerar que algo se habrán culturizado, algo habrán aprendido. Y en realidad no han sacado nada en claro. Y los otros, mis camaradas de batalla. Se cabrearán conmigo porque contarles a ustedes las verdaderas razones y las verdaderas causas, cada unas en su contexto, en su escenario. Porque, al fin y al cabo, ustedes van todos bien vestidos y bien comidos. No tienen ni la menor idea de lo que hay ahí fuera. Y vienen aquí para vislumbrar un poco. De alguna manera consideran esta conferencia como... como un rendija en el muro por la cual, aunque no se ve una mierda, ni llega el olor del otro lado... husmeamos de todas las formas posibles. Y es un acto patético. Pero es que en el primer mundo casi todo es bastante patético, y está muy alejado de la realidad. Es sencillamente una pompa. Una pompa para el que está dentro, un garrote para el que tiene que mantenerla, a unos centímetros del suelo, para que la pompa no reviente, un mundo en constante levitación, en constante éxtasis, un mundo muy cercano a Dios.
El caso, es que, contándoles yo esto así contado, les estoy incitando aun más a husmear, y rascar la grieta, por si se abriera un poco más. Y hasta aquí mis camaradas me aplauden ¡miren sus caras que sonrientes! Van a reventar, como los ojos de aquel chico de la octava fila. Si señor, todo un revolucionario. El caso es, finalmente, que tanto ustedes como mis camaradas están hechos de las misma pasta. Eso, o ustedes son increíblemente bobos. No, no me malinterpreten. Lo que quiero decir, es que la realidad, dentro de la pompa se vive muy bien, al menos, hemos de decir, que no entran ningunas ganas de levantarse y luchar, como mucho hay fuerzas para alguna manifestación programada o una conferencia de este estilo. Pero nada más. Todos queremos seguir dentro de la pompa. Pero ustedes quieren sentirse realizados, quieren dejar su mente en paz con el mundo, con el mundo-pompa claro está. Y mis camaradas quieren aprovecharse de la debilidad de ustedes, y sacar tajada. No es que sean unos mercenarios, estos que veis aquí, mis camaradas, utilizan el dinero con gran responsabilidad y tienen claro qué están haciendo con su vida, y qué más quieren hacer. Lo que pasa es que no tienen ninguna esperanza de que ni un tercio de ustedes, tomen la misma decisión que ellos y esta es la razón de que solo aspiren a sacarles a ustedes los cuartos. Y para terminar, es por esto por lo que les decía a ustedes que no les iba a gustar lo que les iba a contar y que se cabrearían conmigo ustedes, y mis camaradas. Y ahora mírense las caras los unos a los otros. Yo soy aquí el único bobo que se ríe de la ironía. Y si, es un espectáculo bastante patético.

El tonto de turno intentando entender

La vida es pura contradicción. Todo el santo día intentando entender para finalmente resignarnos al absurdo. La única salida pasa por reírnos de nosotros mismos, y esa risa, si es nostálgica, es patética. Y si es nostálgica lo es porque añora los esquemas mentales que lleva años intentando aplicar como le han enseñado a uno a aplicar.
Ocurre mucho que los términos y las situaciones, las fuerzas en contradicción, se muestran una y otra vez a lo largo de la historia y se dice, que aquellos que no conocen su historia están condenados a repetirla. Y conocer la historia es tener conciencia de los significados heredados de los humanos que estaban antes que nosotros haciendo aquí en este mismo mundo que, aunque diferente, sigue siendo básicamente el mismo. Podría parecer que tener conciencia es lo contrario a aceptar el absurdo de la realidad. Porque de nuevo nos encontramos ante un intento de entender. Pero de nuevo, tras creer entender algo, nos vemos rodeados otra vez de miles de dudas, de ideas inconexas, de tristezas y alegrías incontrolables, deseos oscuros, rabietas... y de nuevo, ante la imposibilidad de comunicarnos con ningún semejante en estos términos, volvemos a ahogar nuestra intuición en el seno de nuestra alma. Y finalmente llegamos al tedio, al aburrimiento absoluto, al vacío, y nos sentimos atados a la pata de una cama, incluso a una simple estaca. La vida es absurda, por la misma razón que la vida es amoral. Y cuando digo la vida me refiero a lo que en ella sucede, porque la vida es un concepto formado por lo que los seres vivos hacen mientras sus corazones laten, y la vida está representada únicamente por los seres que ahora mismo laten, los muertos estuvieron vivos pero ya no lo están, y ya nunca lo volverán a estar bajo esa forma.
Sé que parece que deliro y que mi discurso es puro bandazo, pero, a donde quiero llegar es a donde he empezado a contar. La vida es pura contradicción y como tal es extremadamente amoral. Los seres vivos a los que me refería, están vivos por primera vez. Ningún ser conoce. Los seres nacen con impulsos. Aun con ojos, oídos, gusto, olfato... aun así, los seres vivos chocan continuamente con todo lo que les rodea. Ora se muestran valientes, ora se muestran cobardes, se asustan y huyen. Cuando menos lo esperas vuelven a sacar pecho y a lanzarse locamente a la batalla, quizá como último recurso para intentar salvar su vida, quizá bajo la idea de que solo así merece ser vivida la vida, enfrentándose al entorno. Y todos los seres vivos nos sabemos inmersos en un entorno. Y lo seres humanos hemos creado un trastorno brutal. Hemos alterado bestialmente las relaciones en comparación con el resto de seres que viven en nuestro planeta.
Muchas veces se ha dicho que el ser humano es de naturaleza diferente al resto de los seres vivos. Esto puede ser cierto, y puede ser muy difícil de rebatir en ciertos aspectos. No podemos desdeñar el hecho de que el potencial del ser humano es descomunal respecto al resto de seres vivos. Lo único que ocurre es que aun no hemos tocado nuestro propio techo. Somos como un niño con un arma, es un jodido peligro, tanto puede dispararse a si mismo, como podría disparar contra cualquier otro ser.
Fundir el bien y el mal puede llevarnos al cinismo. Al oportunismo. A la soledad, a la pérdida de la esperanza de empatizar. En términos capitalistas es difícil rebatir estas ideas. Ocurre lo mismo que con el planteamiento de que el ser humano es de naturaleza diferente al resto de los seres vivos. Como decía, nos es que seamos de naturaleza diferente, sino simplemente que percibimos el absurdo de la vida. Nos reímos, y eso no lo hace ningún otro ser. La vida da igual más para cualquiera de los humanos que para una hormiga o para un árbol. En términos sociales, y en consecuencia mercantiles, capitalistas, saber esto puede llevarnos a pensar que lo mejor que podemos hacer en esta vida es ser descabellados. Solo que esto es solo el principio. Una vez desistes de esa idea, regresas de nuevo a ti. Regresas a tus impulsos. El humano, por muy anti-animal que pueda parecer, por ser profundo, mental, asesino, sensible, extremo... sigue estando unido a sus instintos más primarios, nuestra naturaleza entonces, es igual que la de el resto de los animales. Repito que la diferencia radica en que el humano es consciente del absurdo de la vida, de lo amoral de esta. Es consciente de que solo se vive una vez, por muchos dioses que nos metan en la cabeza. La manzana que cogimos del árbol estaba rica, y nunca volveremos a probar una igual, y eso lo sabemos todos, otra cosa es que lo reconozcamos. Otra cosa será que vivamos intentado aplicar unas técnicas burdas, torpes, toscas, difusas, amaneradas, acongojadas.
A través de la imagen de la realidad que nos dan, en cualquier cultura, no podemos entender el sentido real del mundo. En tanto que viajamos y nos enfrentamos a las contradicciones, y siendo siempre cautos, siempre atentos y curiosos, nos damos cuenta de este absurdo, sin ser necesario viajar mucho. Y en este mundo en que vivimos hay muchas personas que saben esta verdad velada, y aun así siguen con sus vidas prefabricadas, como todo lo que consumen. Solo los artistas, y más cuanto más puros, escapan a esto. Crean su propio mundo. Su razón de vivir consiste en llevar a sus semejantes a su mundo personal, o colectivo si es compartido, pero siempre limitado. Siempre absurdo, siempre cargado de expresión, de un idioma místico que busca poner el estómago del revés, que busca la carcajada, que busca la enajenación, que busca utilizar todo el esfuerzo del cerebro en una tarea inútil pero que es la única tarea propia del humano, genuina materia que ningún otro ser maneja. Hacer el idiota, dar movimientos en falso, sorprender, crear espectáculo, visibilizar, expresar, comunicar, enajenar, emancipar a las mentes del mundo. Las miserias del mundo tienen origen en el pensamiento de que la vida es subsistencia, cuando los humanos desperdician los víveres como quieren, y una gestión de la subsistencia y la libertad quedaría resuelta simplemente aplicando una escala de valores en la que lo más importante es hacer cosas improductivas, no hace falta comer superbien, dormir superbien, y follar mucho. Todo eso es fácil de conseguir. La gracia de vivir, la clave de la existencia radica en olvidar todo eso, en olvidarnos aun más de que somos animales que tenemos que subsistir, y enfatizar nuestra animalidad en su sentido más humano, utilizar toda nuestra fuerza intuitiva para crear impulsos, lenguajes, esquemas personales. Dedicar todas las horas de todos los días de nuestra vida a jugar con nuestro entorno. La política es un absurdo porque trata de buscar la mejor forma de organizar la sociedad, y cada facción ideológica apoya más unos aspectos de la vida diferentes, siendo todos ellos arcaicos, demasiado naturales, demasiado animales. El trabajo para alimentarnos, para tener una casa y vivir con dignidad, todo eso forma parte de ese esquema mental que nos impide aceptar que lo único que se nos da bien hacer son cabriolas, y tomarnos eso muy en serio, tan enserio como ahora nos tomamos el trabajo, y el futuro. El futuro es una convención, como todo lo demás, la realidad es la sustancia más plástica con la que nunca vamos a tratar. Admite muchas posibilidades porque en cada nueva manifestación hay una nueva reacción, y así hasta el infinito. La causa del caos de la mente humana quizá esté también en la naturaleza, y se dice que la naturaleza es armónica, ella da, ella quita. Y el humano, quizá sea la mejor obra de nuestra naturaleza, la mejor combinación que ningún ser vivo haya visto jamás, y quizá hayan habido otros seres más potentes aun que nosotros, pero como tantas otras ideas, esta no sirve para nada ser pensada, tomarnos como los más potentes es lo mejor que podemos hacer, mientras no se demuestre lo contrario.

Si estás a mi lado

Si estás a mi lado
no me pidas explicaciones
no se que he comido hoy
no me preguntes porque no me cuido.
No porto en mi corazón
los deseos no cumplidos
de todos los miserables del mundo.
Si estás a mi lado
apriétame fuerte
solo necesito saber que
estás ahí, que no estoy solo
no necesito que me escuches
tampoco quiero escucharte
me basta con saber que estás ahí
que no quieres acabar conmigo
que te da igual si he comido
si me drogo o que he andado haciendo.
Siempre puedes irte
no intentaré retenerte
pero mientras estés a mi lado
abrazame fuerte

M-tralla

(escrito el 15 de marzo de 2011, publicado en El zulo de la ideacas)

Me acerco, siento que me acerco. Que entiendo mejor, a mi mismo, en el buen sentido. Y al resto, a la sociedad en general, en el mal sentido. Casi todos los días, al menos durante un ratito, alcanzo ese estado. Me levanto más o menos animado. Cuando salgo de casa, salgo hecho incluso una fiera, me siento guapo, joven, potente, contento, en definitiva, imparable. Y ahí esta la realidad, la responsabilidad, el deber, la moral, las caras de todas las personas a las que miro y me transmiten eso. Y lo veo en mi mismo en muchos comportamientos de los que me despego cada vez que recuerdo, cuando recuerdo, y recuerdo cada vez más, como digo, casi todos los días. Y no leo libros donde me digan lo que tengo que hacer. Y no escribo lo que pienso, porque apenas soy capaz de verbalizarlo, aun así, lucho por ello, pero, sin ningún tipo de sistematización, sin prisa por llegar, ni entender, no creo que esto tenga final. No creo que nunca me sienta pleno, me parece bárbaro, maleducado querer sentirse completado. Siento que me acerco, y luego me da asco y me alejo. Otras veces me quedo simplemente contemplando embobado.
Mil personas podrán decirme que soy triste, patético, que no tengo sueños, que no creo en nada, que no tengo esperanza, que me puede la desidia, que las cosas que pienso no llevan a ningún lado. No tengo interés en la sociedad perfecta, ni en los trabajadores, y los sindicatos, aborrezco el trabajo. Aborrezco el concepto de trabajo. Me gusta sudar, intentarlo de nuevo, y si me canso dejarlo, relajarme, hacerlo cuando mi cuerpo pueda y me lo pida. La sistematización en la manera de transmitir el saber es jodidamente decadente, todos lo sabemos, lo obviamos, nos engañamos a nosotros mismos, y consideramos que vivir en la mentira es la única manera posible de vivir. Yo ni siquiera soy filosofo. Puedes leer filosofía, y puedes no enterarte de nada. Puedes vivir, observar, tener prejuicios, tener miedo, caer, desesperar. Y puedes coger de nuevo un libro de filosofía con actitud cínica y desconfiada. Y solo llegarás a la conclusión de que eso nunca debería ser escrito. Los filosofos no hablan de la verdad que viven, escriben mogollón de libros con mogollón de palabras, y solo lo entenderás si lo sientes. Nietszche lo sabía, y no debió escribirlo, el mismo sabía que no lo entendería cualquiera, y yo no lo leo, porque lo entiendo... y eso me lía la cabeza, porque no tengo que entenderlo, tengo que sentirlo, y puedes sentir cuando vives, pero no cuando te devanas los sesos por tratar de entender lo que este tipo te cuenta. Es un grandisimo hijo de puta, bastó que dijera que no le leyeras, para que todo dios quisiera leerlo, y nadie lo entendía, durante un siglo nadie lo ha entendido. Yo lo entiendo, y no lo he leido. Es de locos!!! Y esa es la tesitura en la que nos hayamos, nadie hace lo que quiere, todos asumen que su tiempo no les corresponde, que tienen que formarse, caminar hacia un fin, cada vez más tedioso, cenagoso... el río por el que descienden termina en un pantano intrincado y sin salida. Están perdidos y se hacen viejos y pierden la oportunidad y las fuerzas para tomar posesión de sus vidas, no somos capaces de hacer lo que deseamos. Y si lo que deseas es ser dueño de una empresa, es que no sabes lo que la vida puede ofrecerte. Es que no te quieres, no amas tu vida, no la VIDA, como si fuera una zorra cósmica que nos pare, no, la vida propia, la única que nos pertenece.
No creo que las cosas vayan a cambiar, así lo dice la historia, no sé lo que es natural y lo que no, no puedo escribirlo, no puedo dar claves, solo puedo sentirlas, apenas puedo comunicarlas. ¿Es el ser humano superior al resto de lo animales por su comunicación, por su lenguaje, su teleencéfalo altamente desarrollado y su pulgar oponible?
Esta claro que estas cosas nos han servido para construir todo lo que tenemos, pero apenas sabemos para qué tenemos lo que tenemos, no sabemos porque hacemos las cosas que hacemos, y por supuesto, no queremos preguntarnoslo, nos aterra. Comunicarnos y razonar, pensar, nos ha servido, para que sea de mala educación sacarte un moco que te molesta en la nariz, también para separar los baños de los hombres y de las hembras, para que nos den asco los pedos, la mierda, para que no veamos lo que no queremos ver. La comunicanción solo nos ha servido para odiarnos, tenernos más miedo aun los unos a los otros, porque tu palabras se me clavan, ocupan mi mente y no dejan espacio a reflexiones propias, no puedo pensar con la televisión puesta. Perdonadme si intento utilizar el lenguaje con un tono subversivo, perdonadme por no usarlo para transmitir conocimiento, perdonadme por no querer fomentar vuestra emancipación, perdonadme por no creer en vosotros, por no tener esperanza en nada.
Solo tengo que decir que ya hemos ganado, que no os preocupéis, que cuando os sintáis agobiados, saturados, vengáis a mi, y como idiotas que sois os volveréis a ir, eso es lo que os merecéis. Dejad de leer esto, sea quien sea quien lo lea. Y la última sentencia: Dios le da a cada uno lo que se merece. Tú eres el dios, y todo el día te estas flagelando. Yo soy un miserable anfibio que no consigue desprenderse de todos los recuerdos, que no consigue olvidar, y solo eso es lo que quisiera. Dios le da a cada uno lo que se merece. Así que, has de saber que si lo quieres lo tienes, si no lo haces tú no lo hará nadie pero, no sirve de nada plantearse ir a la luna, ser un virtuoso, tocar el cielo, dios eres tú, y con tu teleencéfalo altamente desarrollado y tu pulgar oponible pueblas más que nadie este planeta. Deja de dudar sobre tu propia esencia, vive, acumula experiencias. Siente el calor del ambiente. Déjate llevar, no tengas miedo, baila conmigo, olvida, sonríeme. Ya hemos ganado, hemos dejado de desear, no queremos instruirnos, vente conmigo amada mía humanidad, quierete, aunque sea un poco. Tómatelo con calma, cada día que piensas vuelves al punto anterior, no avanzas, te quedan un millón de días, desperdicialos, no pienses. Acercate a ti mismo, a tu propia visión del mundo.
Me muero, me ahogo, me siento solo, no tengo esperanza de que me entiendas, te resultará esto quizá hasta asqueroso, siento que me repudias, tengo miedo, no soy capaz de separarme. No veo la luz al final del túnel, creo que no hay luz, hay instantes, chispazos, pero nunca veremos todo arder, esto es un planeta, no es una estrella, no es el sol, no es dios. Esto es mucho mejor, aquí se está calentito, tu piel y la mía son suaves, y la del perro y el ratón y el gato, y el ciervo y el toro. La tortuga es más viscosa, como la rana. Todos estamos profundamente, apasionadamente contentos de vivir, tenemos un padre y una madre envidiables, cuanto más solo me siento, más necesidad tengo de conectar con estás percepciones últimas, ampliadas hasta la deformación. Convertir en obsoleto todo lo anterior. Intento sintetizar, te digo que lo intento aunque no me creas, no quiero que me creas, me da lo mismo. Yo tampoco te creo a ti, pero no te vayas de mi lado, miénteme, dime que nos volveremos a ver, así, nunca más pensaré en ti. Tengo la cabeza tranquila, los músculos relajados, no tengo prisa, ni sitio al que ir, ya no me queda casi nada que aprender, lo poco que sé, lo he aprendido solo, nadie me lo ha dicho claramente, he atado algunos cabos... lo que queda por aprender son menudencias, cosas que no son tan imprescindibles. Puedo confundirme, conseguir el efecto contrario al que pretendía, pero eso ya lo sabía, no me preocupa, es una tontería. Soy sensible, eso es lo único que sé, y las imágenes, y las frases se graban en mi, todos violamos la intimidad secreta de los demás, vivimos muy cerca unos de otros, no nos vemos con perspectiva, no podemos querernos de verdad, como se quiere en la lejanía temporal, en las ganas de volver a ver, en el anhelo insaciable. Quiero estar triste y sollozar para poder reírme si parar. Que estés a mi lado y que te vayas, y que venga otra, y otro, y que nadie quiera nada. Quiero vivir como si ya me hubiese muerto, como si no pudiera morirme, morir es imposible, eso es lo que me digo. No entiendo, pero sé que no hay otra manera, que solo así es como puedo sentirlo.
Un besazo para mis calabazos.